El plan agrícola de Marruecos en el Sáhara que pone en jaque la huerta española

Marruecos levantará 5.000 hectáreas de invernaderos en el Sáhara Occidental esta década para asaltar el mercado europeo de frutas y hortalizas que hoy lideran Murcia y Almería

Marruecos levantará en esta década 5.000 hectáreas de invernaderos en el Sáhara Occidental. Así lo indica su plan estratégico Generation Green 2020-2030. La mayoría de las hectáreas se destinará al cultivo y exportación del tomate, con lo que Marruecos puede dar una estocada a uno de los productos estrella del sureste español. En Almería, Murcia, Granada y Málaga, llevan años advirtiendo de que Marruecos se está quedando con nuestra cuota de mercado europea. Con este plan tan ambicioso, los cientos de productores españoles de tomate podrían perder sus negocios en unos pocos años, y la amenaza se extendería a otros cultivos.

Desde el sindicato agrario COAG, califican de “megalópolis del tomate” el proyecto marroquí y piden a la Unión Europea que actué cuanto antes. Porque Bruselas tiene mucho que decir en esto. Si el reino alauí construye 5.000 hectáreas de invernaderos es en buena parte para surtir los mercados europeos, apartando de un codazo a España y su célebre ‘huerta de Europa’. Y lo hace gracias a que Marruecos y la Unión Europea comparten un acuerdo de asociación que entró en vigor en el año 2000. El grueso de la relación comercial se basa en la pesca, pero Marruecos ha apostado fuerte por la agricultura y desde el año 2012 se amplió la relación preferente, libre de aranceles, también a la huerta.

La cuestión de fondo es que Marruecos está ampliando su poderío agrícola en el Sáhara Occidental y eso, sobre el papel, atenta contra la legalidad internacional y los mismos acuerdos bilaterales con Europa. En 2016, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) obligó a excluir el Sáhara de los acuerdos, tras una denuncia del Frente Polisario, por su condición de territorio autónomo pendiente de descolonización. Finalmente, el tribunal aceptó a cambio de un requisito: que se respeten los derechos humanos y que las explotaciones favorezcan el desarrollo de la población local, y ese punto está pendiente de resolver.

Así, todo producto que entra en Europa debe ser marroquí, pues Rabat no goza de soberanía política ni de derechos de explotación de los recursos naturales de la antigua colonia española. O, como mínimo, debe marcar el origen ‘Sáhara Occidental’ en el etiquetado. ¿Pero qué ocurre? Que Rabat desoye la legalidad y surte a Europa (también a España) de tomates y otras hortalizas producidas en el Sáhara Occidental, cuyo clima soleado permite ciclos intensos durante todo el año. Y no hace ninguna mención a su origen, lo que incumple las normas más básicas de la trazabilidad y seguridad alimentaria que se exigen a cualquier alimento comercializado en Europa, según denuncian los agricultores españoles.

El truco de Marruecos para engañar a Bruselas es empaquetar las frutas y hortalizas saharauis como producto marroquí. Los camiones de transporte llegan a la sureña ciudad saharaui de Dakhla (antigua Villa Cisneros), y llevan en contenedores frigoríficos la carga 1.200 kilómetros hacia el norte hasta llegar a Agadir, el epicentro agrícola del país. Allí, los camiones descargan la producción en grandes almacenes, donde es mezclada con los productos locales y empaquetada toda bajo la etiqueta de origen Marruecos. Así lo explican los investigadores Celia Murias y Jesús García-Luengos en su informe ‘Derechos humanos y empresas transnacionales en el Sáhara Occidental’, que estudia la producción del tomate en la región de Dakhla para explicar la campaña de anexión silenciosa por parte de Rabat. El informe ha sido encargado y publicado por la ONG Mundubat.

“El 80% de la producción en Dakhla son tomates y un 20% melón y algo de pepino. Con el plan de 5.000ha, entendemos que habría una diversificación de cultivos para surtir a los mercados internacionales, principalmente la Unión Europea”, indica García-Luengos, miembro del Grupo de Estudios Africanos (GEA) de la Universidad Autónoma de Madrid. Entre el 7% y el 14% de los tomates marroquís que entran hoy en Europa son producidos en el Sáhara Occidental, según han averiguado los investigadores, y parte de ellos entran lógicamente en los mercados de España vía Perpiñán.

“Se producen dos fraudes en la frontera: por un lado, el acuerdo de asociación tiene establecidas un máximo de 285.000 toneladas libres de aranceles, y este año llegarán a 500.000. Llevamos años exigiendo que la Unión Europea o España expliquen dónde se pagan esas tasas arancelarias, pero nadie quiere explicar qué está ocurriendo. Esto hunde los precios de nuestros productos”, explica Andrés Góngora, responsable de frutas y hortalizas de COAG. “Y, segundo, el etiquetado: se altera la trazabilidad y se pone en riesgo la seguridad alimentaria. No podemos permitir que sigan estas artimañas”.

En Almería, considerada junto a Murcia la huerta de Europa, el tomate llegó ocupar un tercio de la superficie de invernaderos. Desde hace 10 años, el volumen ha ido en descenso, y con él el valor de las exportaciones. En los últimos cinco años, se han perdido 2.200 hectáreas en Almería, un total de 4.000 en todo el campo andaluz. Según los productores, es imposible competir con los 46 céntimos por kilo que pactó Marruecos con la UE, precio que en ocasiones es incluso inferior.

Ya anteriormente Marruecos se hizo con la gran mayoría de la producción de judía verde por su facilidad de exportación. Con el tomate, ocurre lo mismo. En concreto, con el tomate Cherry, variedad estrella de Marruecos por dos motivos: aguanta muy bien el paso del tiempo hasta llegar al consumidor en Europa y exige una mano de obra más intensiva. Y en costes de mano de obra y derecho laboral, es imposible que España pueda competir con Marruecos. Los agricultores cifran en 10 veces menos el coste laboral de producir en Marruecos respecto a España.

Antonio González, secretario del sindicato en Málaga, lo tiene claro: “Los agricultores se plantean sembrar otros cultivos, porque no pueden competir con este tipo de megagranjas. Marruecos mete mucho más de lo pactado en los acuerdos, sin controles de sanidad, con productos fitosanitarios que en Europa no se permiten. Es una competencia desleal en toda regla, están arruinado la agricultura española y no hay manera de movilizar al Ministerio de Agricultura”.

Todo en manos del TJUE

Este enredo comercial en el que España tiene mucho que perder vivirá un punto de inflexión dentro de unas pocas semanas, cuando el TJUE resuelva sobre la legalidad de que Marruecos utilice los recursos naturales del Sáhara Occidental.

La Comisión Europea siempre ha incluido el Sáhara Occidental dentro de los acuerdos, pese a las protestas del Frente Polisario y de varios países europeos como Reino Unido, que denunció años atrás el uso de los caladeros saharauis por parte de Marruecos. Pero a raíz de la sentencia del TJUE de 2016 por una denuncia del Frente Polisario, Bruselas se ha visto obligada a poner un requisito: el consentimiento del pueblo saharaui y que la explotación beneficie a la sociedad local y respete los derechos humanos.

Para zanjar el asunto, el Servicio de Acción Exterior Europeo realizó una consulta en la antigua colonia. Preguntó a notables locales, a asociaciones e instituciones si las explotaciones agrícolas marroquíes beneficiaban a la sociedad local. La respuesta fue afirmativa, y con esto Bruselas dio por zanjado el asunto. Pero el Frente Polisario denunció ante el TJUE la consulta por sesgada y porque nunca preguntó a la sociedad saharaui o al mismo Frente Polisario, que según la ONU es el legítimo representante del pueblo saharaui. Este es el recurso que el TJUE debe resolver en próximos días.

Si el tribunal europeo considera que la consulta no fue plural, habría que repetirla e incluir los sectores independentistas. Si el tribunal cree que se dieron todas las garantías, entonces ya sí Marruecos tendrá el aval completo de Europa para extender su ambicioso plan económico sobre la antigua colonia. No en vano, de las cinco grandes empresas que impulsan el plan Generation Green 2020-2030, la principal es Les Domaines Agricoles, ‘holding’ real propiedad de Mohamed VI. Fue esta empresa la primera en implantarse en Dakhla en 1989.

“Existe mucha presión de Marruecos, a través de sus ‘lobbies’, para que el TJUE valide esa consulta. Marruecos siempre ha contado con mucho apoyo dentro de la UE, en especial de Francia y España, pero en este asunto no sé si a España le interesa darle apoyo”, indica García-Luengos. La candidez con que Europa permite a Marruecos ocupar económicamente el Sáhara Occidental sin que eso afecte a sus acuerdos bilaterales alimenta las suspicacias de siempre: Europa le consiente todo a Marruecos como pago por el control migratorio en sus fronteras y el trabajo de detección de yihadistas rumbo a Europa.

Lo hemos visto recientemente. A la mínima contrariedad, Marruecos castiga a Europa (y a España concretamente) abriendo el grifo migratorio. “Se intenta tener estabilidad geopolítica teniendo a Marruecos como socio indispensable de la UE. Este plan en el Sáhara Occidental es un capítulo más en la relación histórica bilateral, que margina la legalidad internacional a cambio de que Marruecos cumpla con lo que la UE necesita. La diferencia en los últimos años es que Marruecos se siente con mucha fuerza desde que Donald Trump le reconoció la soberanía sobre el Sáhara Occidental, de ahí la actual crisis con España”, indica García-Luengos.

O como lo expone Góngora, de COAG: “El Gobierno español no puede seguir usando la agricultura y la alimentación como moneda de cambio con países que plantean permanentemente las negociaciones como situaciones de chantaje”.

Nadie en el sector primario entiende cómo España se ha dejado comer la tostada en este asunto del Sáhara Occidental, cuando la producción de ese territorio se solapa directamente con la producción en Almería, Granada, Murcia y Canarias, donde coinciden en el calendario de invierno, y encima permite al tomate marroquí (o saharaui) adelantarse en su proceso de maduración con producciones muy cuantiosas, inundando antes que nadie los mercados europeos y tirando los precios a la baja.

Los investigadores del estudio de Mundubat no han localizado ninguna empresa española inviertiendo en Dakhla. Sí las hay en Agadir, adonde llegaron hace años al calor del acuerdo preferencial con la UE. Los investigadores tienen indicios de que empresas españolas están vendiendo plásticos para invernadero y productos fitosanitarios a Marruecos con destino al Sáhara Occidental.

Al mismo tiempo, los productos hortofructícolas marroquíes están cada vez más presentes en nuestros mercados y principales ferias, como Alimentaria y Fruit Attraction, donde se promocionan las frutas y verduras marroquíes que llegan libres de aranceles a Europa y que tantas quejas levantan entre nuestros productores.

Fuente: