Más artillería que nunca: 400.000 millones destinados a créditos a la economía productiva que no podrán usarse ni para hipotecas o préstamos al sector público, rebaja de los tipos de interés hasta el 0,15% y un interés negativo para los depósitos de dejen las entidades, entre otras decisiones. El Banco Central Europeo (BCE) busca con las medidas aprobadas estimular el crédito y sacar a la economía euro de la anemia: menos intereses, hipotecas más baratas…
Pero las decisiones monetarias actúan más rápido y de forma más previsible cuando son represivas que cuando resultan expansivas. Como decía el economista John M. Keynes, la política monetaria es como una cuerda en manos de los gobernadores de los bancos centrales: pueden tirar de ella subiendo el precio del dinero y frenar excesos económicos, pero es difícil empujar esa cuerda.
Hipotecas más baratas… pero solo las ya contratadas
Es el efecto más rápido y comprobable de una rebaja del precio del dinero. Los tipos oficiales afectan indirectamente al euríbor a 12 meses, el indicador al que están referenciadas la mayoría de hipotecas en España y que es el precio al que los bancos se prestan entre sí. Nada más anunciarse la medida, el euríbor estaba en el 0,562%, frente al 0,567% del día anterior. En julio de 2012, cuando el BCE bajó por primera vez el precio del dinero por debajo del 1% (hasta el 0,75%), el euríbor se recortó ocho centésimas en un solo día. Siguió en descenso hasta tocar el mínimo, del 0,47%, el 23 de mayo de 2013. Luego volvió a subir.
Ahora falta por ver con qué intensidad y rapidez se traduce la rebaja de los tipos, pero el Euribor sigue en niveles ya tan bajos (0,56%) que no servirá para descorchar champán: si esta reducción de una décima del tipo de interés se trasladara en su totalidad, el ahorro para una hipoteca de 120.000 euros a 20 años con un coste del Euribor más medio punto sería de unos 60 euros anuales.
Más crédito disponible… al menos en teoría
Al abaratar la financiación de la banca en teoría debe ocurrir lo mismo con los préstamos finales a empresas y familias. El BCE ha anunciado hoy nueva munición para que el grifo crediticio se abra de una vez por todas en la zona euro, después de varios años en los que las inyecciones de crédito barato (los llamados LTRO por sus siglas en inglés) para la banca y la rebaja de los tipos oficiales no hayan surtido efecto.
Esta vez, esos LTRO están vinculados la concesión de préstamos a hogares y compañías, con lo que se busca evitar que esas toneladas de liquidez se queden solo para fortalecer los balances de los bancos e invertirse en deuda pública y no lleguen al ciudadano.
Ahora, además de ese otro recorte de los tipos oficiales, penaliza a las entidades que tengan depósitos en el BCE con el objetivo de estimular que destinen la liquidez a prestarla. Los depósitos tendrán un interés negativo, del 0,10%, lo que implica en la práctica que los bancos pagarán al BCE por tener allí depositado su dinero, de ahí que la medida anunciada por Mario Draghi busca empujarles a dar crédito. en la actualidad la banca tiene unos 30.000 millones de euros depositados en el BCE.
El euro baja: buenos para exportadores y malo para los viajeros
La expansión monetaria se traducirá en una caída de la cotización del euro frente al dólar, en un momento en el que la fortaleza de la moneda europea empezaba a suponer un problema para la competitividad exterior y a preocupar al BCE, como admitió el pasado abril Mario Draghi. Si cada euro se cambiaba ayer por 1,359 dólares, según el dato de cierre de la sesión, hacia las tres de la tarde de hoy, conocidas las decisiones del banco, la moneda común perdía un 0,37%.
El euro más débil favorece el cambio de las divisas de otros países y por tanto mejora la competitividad de los productos que se pretenden exportar fuera de la zona euro. En cambio, es una noticia algo más negativa para los turistas españoles que este verano piensan viajar a algún país que les requiera cambiar euros por dólares y no lo hayan hecho ya.
Una barrera más contra el riesgo de deflación
La baja inflación que tiene la zona euro desde hace ya demasiados meses ha significado el último empujón para que el BCE, al menos hasta ahora el más recatado de los grandes bancos centrales en expansión monetaria, utilizase la artillería pesada. Cuando aumenta la masa de dinero disponible en el sistema, teóricamente aumenta el crédito, mejora la inversión, el consumo y por tanto se impulsan los precios. Este mecanismo serviría para dejar el índice de precios al consumo (IPC) de la eurozona, en mayo en el 0,5%, más cerca del objetivo europeo: próximo pero por debajo del 2%. No obstante, el organismo que dirige Mario Draghi descarta conseguirlo a corto plazo.
En España la situación es paradójica: la baja inflación resulta positiva porque, tras dos recesiones y seis millones de parados, ha acometido una suerte de devaluación interna con recortes de salarios y precios y la búsqueda de mejoras de competitividad, pero si sus vecinos tenían también una inflación baja el esfuerzo se perdía en el camino. El Fondo Monetario Internacional (FMI), no obstante, advirtió de que la española es la que más riesgos sufre de caer en deflación, que es una caída generalizada y sostenida de los precios que acaba bloqueando el consumo y la actividad porque la expectativa de una pérdida de valor monetario desincentiva cualquier inversión.
FUENTE: EL PAÍS.COM